Tratado de un baile (Privado con Seiren)

Ahora era yo quien estaba algo ida. Mientras entraba en la habitación, que era muy grande, con grandes ventanales de cristal y puertas de madera que cerraban los postigos, podía advertír el suelo de duela bajo mis pies, crujir amablemente. Las paredes estaban tapizadas de terciopelo de distintos colores y había algunos muebles en las esquinas, rústicos y con cojines mullidos. Eso me hacía recordar...
Sí, la respuesta que le había dado a Seiren me hacía recordar cómo había llegado ahí.

*Era una noche oscura, de luna nueva. Todos los vampiros habíamos llegado a la Academia hacía un par de días y se me había permitido salir un rato de allí, cosa que aproveché para visitar el Pueblo. Me gustaba mucho, con su aire siniestro y misterioso y las caras reservadas de las personas con las que me encontraba. Sentia, por extraño que pudiera parecer, que eran un bálsamo muy leve para el dolor que me destrozaba por dentro, así que cada paso era como para escapar de un mundo que nunca había deseado. Y tras varios pasos sin camino ni sentido, encontré aquella casa. Y me le quedé mirando. Porque en esa larga calle, tras pasar el sol a su escondite en las sombras y llegar la noche, sólo ahí había una luz ambarina que invitaba a entrar. Miré la luz largos instantes, como maravillada por su brillo y no me atreví a acercarme más. Ya no quería explorar el pueblo. Sólo ver esa casa.
En algún momento, salió por la puerta de ella un hombre. Era un simple mortal, de ojos oscuros y brillantes y vestía con mucha sencillez y sobriedad. Traía una escoba en las manos y se puso a barrer la entrada, sin hacerme caso, pues seguro pensaba que me iría pronto. No le dediqué ninguna palabra pero cuando él advirtió que no me iba, decidió saber qué tenía su casa.
Era un buen hombre. Brusco y algo amargado, pero buena persona, sincero.
- ¿Qué haces allí, niña?- me preguntó sin ningún tipo de cortesía. Me limité a permanecer en silencio, no estaba en condiciones de poder hablarle. Él se desconcertó con mi falta de reacción.
- Deberías ir a casa- me aseguró severamente- ¿Tus padres no te han dicho que no debes salir tan tarde de casa?
Esta vez si desvié la mirada haciá él. En ese entonces, mi mirada era aún más inquietante que ahora... nunca fue, ni por una pizca, humana. Pero no es eso lo que él vio. Lo sé porque su mirada se suavizó, como si hubiese comprendido algo de pronto.
- Ellos están muertos- dije con voz apagada, pero suave. Él era cruel al recordármelo. Pero bueno, no tenía la culpa de nada. Su mirada me recorrió, perpleja y asintió solamente.
- ¿Te gusta la casa?- me preguntó. Devolví el asentimiento. Él parecía pensar profundamente en muchas cosas.
- Eres una niña muy extraña- suspiró él y cogió la escoba con más fuerza- ¿Qué haré contigo? Pronto se hará aún más tarde y en algún momento deberás irte. Porque no eres una indigente, ¿Verdad?- me preguntó preocupado. Negué con la cabeza, siempre seria.
- Volveré mañana- fue todo lo que dije. Él suspiró y dijo:
- Entonces ven conmigo. - me invitó a pasar a la casa y, por alguna razón, no tuve miedo. Tal vez porque él debía temer más de mí que yo de él.
Así empezó todo. Empecé a ir con tanta frecuencia que él meneaba la cabeza. Me agradaba. No hacía preguntas, se limitaba a hablarme de cosas que yo escuchaba silenciosamente, impávida a veces, asintiendo otras. Poco a poco, nos hicimos amigos y comencé a cambiar, pude hablar de nuevo y sostener una conversación normal. Él escuchaba. Creo que nunca se le quitó la sensación de que yo era muy rara. Pero fue lo suficientemente gentil para grabar la J en esa puerta. Fue una de sus pequeñas travesuras, como las llamaba él.
Porque el día en que lo hizo, fue cuando le dije mi nombre.
Fue sencillo, en realidad.
- ¿Cómo te llamas?- me preguntó un día, cauteloso.
- Juri- dije sencillamente y él asintió.
Al día siguiente, la J estaba en la puerta.*

- ¿Por qué estás tan callada, Sei?- pregunté cuando terminé de recordar. Luego sonreí. Era un efecto del recuerdo. Hacer que la otra persona hablase más que yo, por cualquier circunstancia.

vale que estilo de musica bailas Juri-san ballet como hace años o ya no?
-le dije con un poco de nostalgia en ese momento no sabia que cantar ni que bailar nada estaba concetrada en mis pensamientos por lo que empezaria despues de Juri-san asi sabria que cantar-hay algun instrumento por aqui Juri?-se me daba mejor tocar por lo que si habia alguno que supiera tocar yo tocaria y ella bailaria y o cantaria-

lo tenias planeado?
-le pregunte con una sonrisa mientras cogia la mandolina hacia mucho que no tocaba me quede admirandola parecia antigua era muy bonita no tenia comparacion con las de ahora me sente en una silla y espere una respuesta-